Miró con satisfacción su obra, de un surrealismo realista
estremecedor. Tres meses de trabajo para plasmar sus miedos, sus fobias, el
mar, el atormentador paso del tiempo, la duda, el temor y la larga escalera de
la vida que se pierde en las brumas del futuro. Pero faltaba algo, no podría
definir qué, pero algo faltaba.
Estuvo todo el día sentada ante el cuadro, recreando cada detalle en
su mente, escrutándolo para encontrar aquello que sabía no estaba y debía
estar. Obsesionada con ello.
Fumó hasta tres cajetillas de cigarrillos y vació dos botellas de
bourbon. Se alimentó solamente de la imagen que había creado, recorriendo cada
detalle sin dar con aquello que no estaba.
Finalmente y cuando el sol escapó del cielo y las sombras llenaron la habitación, quedó dormida, fruto del alcohol ingerido y del cansancio de varias noches sin dormir ultimando su obra.
Finalmente y cuando el sol escapó del cielo y las sombras llenaron la habitación, quedó dormida, fruto del alcohol ingerido y del cansancio de varias noches sin dormir ultimando su obra.
Después de la agitación de las primeras pesadillas, provocadas en
gran parte por la incómoda postura en que quedó en su butaca preferida, llegó
la placidez y con ella la respuesta.
Se vio de pié dentro de su cuadro, subiendo por la escalera, hacia la negra y densa nube que se disgregaba en mil pedazos hundiéndose en el mar, dejando atrás, debajo de ella, la tormenta desatada en el piélago del tiempo. Se vio sola, desamparada, agobiada, perdida y a la vez encontrada en un paisaje que le era propio, que ella había creado, un mundo opresivo que la envolvía, la atenazaba, haciéndola sentir a la vez temerosa y audaz al estar allí, presente, luchando contra sí misma, contra las circunstancias que la rodeaban, contra sus temores, sus limitaciones, caminando hacia un futuro esclavo del tiempo. ¡Y entonces lo supo con certeza! En aquel cuadro faltaba una figura humana representando el desespero, la incertidumbre, el caminar angustioso y vacilante por la vida.
Se vio de pié dentro de su cuadro, subiendo por la escalera, hacia la negra y densa nube que se disgregaba en mil pedazos hundiéndose en el mar, dejando atrás, debajo de ella, la tormenta desatada en el piélago del tiempo. Se vio sola, desamparada, agobiada, perdida y a la vez encontrada en un paisaje que le era propio, que ella había creado, un mundo opresivo que la envolvía, la atenazaba, haciéndola sentir a la vez temerosa y audaz al estar allí, presente, luchando contra sí misma, contra las circunstancias que la rodeaban, contra sus temores, sus limitaciones, caminando hacia un futuro esclavo del tiempo. ¡Y entonces lo supo con certeza! En aquel cuadro faltaba una figura humana representando el desespero, la incertidumbre, el caminar angustioso y vacilante por la vida.
Quiso despertar, quiso volver…, pero ya no le fue posible.
Se percató aterrada de que estaba prisionera de la pintura,
congelada para siempre subiendo aquella tortuosa escalinata. Su alma había quedado
cautiva del lienzo, poniendo la pincelada final a su gran obra…
JF. 25.03.17
No hay comentarios:
Publicar un comentario