viernes, 20 de febrero de 2015

MAGAS Y OLIVEIRAS



  Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido, y bajé de tres en tres los escalones. Casi sin tocar el suelo volé hasta el jardín donde ella esperaba. Jadeante, quedé admirando su desnudez, con el amor prendido en mis ojos, recibiendo la sonrisa que me brindaba. Llegué hasta ella, no sin haber tomado antes unos lirios de la charca que la rodea y que deposité dulcemente entre sus senos mientras abrazaba su cuerpo fresco, húmedo. La besé apasionadamente, fundiendo mis labios con los suyos en una unión que quiso ser eterna… hasta que sus guardianes me arrancaron de su lado maldiciendo mi locura y me arrastraron crueles de nuevo hasta mi celda, donde sufro viéndola desde mi ventana, sola, triste, destacando corita, hermosa en el pequeño vergel, esperando silenciosa mi regreso para que la libere de su pétrea esclavitud, con la cabeza vuelta hacia el cielo y la mano alzada, de la que mana el agua de la vida.

(Cuento seleccionado para la "Antología Homenage a Cortazar" de la editorial ArtGerust - 2014)

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